...y si pudieron, se pudrieron sin refleccionar sobre lo ocurrido.
Mientras todo se movia en torno a sus ojos, se regocijaba en su cerebro la idea de una orquesta -sin sonidos- al ritmo de sus tambores y falsas tompetas.
SÍ, al ritmo de todos esos tambores y falsas trompetas se azotaban las maquinarias y sus circuitos en un fuego azul.
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